20180306
Bolivianos: el progreso de la comunidad que copó la cadena de producción de verduras
Ruben
Sotar nació en Potosí y llegó a la Argentina a los 12 años, como muchos de sus
compatriotas, trabaja en la frutihorticultura; después de la paraguaya, la
boliviana es la segunda colectividad más grande del país
Fuente: LA NACION - Crédito: Maria Amasanti
Fuente: LA NACION - Crédito: Maria Amasanti
"Vine en el 90 con mi mamá y mis dos hermanos Silvio y Julio -dice
Rubén Sotar, 40 años, nacido en Potosí- porque acá había trabajo y allá no.
Justo en ese tiempo vino el río y se llevó nuestra casa. Por eso vinimos a
Argentina a trabajar en las quintas".
"Mi papá se vino con mi mamá y con cuatro hijos. Acá tuvieron dos
más y de chicos todos trabajábamos en la quinta. No es trabajo para dos
personas, hacen falta muchas manos y los chicos siempre ayudan", cuenta
Héctor Calderón, de 30.
"Vine a los 16 desde Cochabamba, sola, a trabajar en la casa de una
familia boliviana que vivía acá. Atendía la casa, lavaba la ropa. Con el tiempo
me traje a mi mamá y a mis ocho hermanos", recuerda Norma Andia, a sus 54
años.
Las historias son diferentes pero en el fondo son
la misma. Desde la década del sesenta decenas de miles de bolivianos, solos o
en familia, llegaron a Argentina en busca de un futuro mejor. El país, con sus
enormes extensiones de tierra, les prometía trabajo y prosperidad. La semana
pasada, la comunidad fue noticia luego de que el gobierno jujeño, avalado por
el nacional, impulsara un proyectopara
eliminar la gratuidad en el servicio de salud para aquellos que no sean
residentes legales.
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Rubén
llegó desde Bolivia a la Argentina en el ´90
Para la década del 80 ya gran parte del trabajo
frutihortícola estaba en manos de bolivianos y en los años siguientes el número
no hizo más que crecer. Para 2017 el Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA) calculaba que el 80% de la producción de
verduras, frutas y hortalizas de los alrededores de Buenos
Aires estaba en manos bolivianas, concentrado en los mercados de Escobar, Pilar
y Luján, entre otros.
Escalera boliviana
El concepto de "escalera boliviana", acuñado por el sociólogo
del Conicet Roberto Benencia, describe los cuatro pasos que atraviesa el
horticultor: Primero son peones, luego son medieros (un patrón pone la tierra y
la mitad del capital y se queda con el 50% de las ganancias), luego
arrendatarios y finalmente, si han hecho el dinero suficiente, se convierten en
dueños.
Después de la paraguaya, la boliviana es
la segunda colectividad más grande de Argentina y estos dos, junto con los
españoles e italianos, son los cuatro aluviones inmigratorios más grandes de la
historia del país. Según el Censo Nacional de 2010,
habitaban aquí más de 345.000 bolivianos. Sin embargo, sus propias estimaciones
superan por mucho estos números. Diversas asociaciones aseguran que en el país
habitan cerca de tres millones de bolivianos.
En medio del paisaje de cajones de madera y frutas
y verduras de todos los colores, cientos de bolivianos trabajan sin
cansancio. El mercado frutihortícola de Escobar es el más
grande de la colectividad boliviana en Buenos AiresLuis Mina, también llegado hace décadas desde
Potosí, es el vicepresidente de laColectividad Boliviana de Escobar, la más grande del
país. El mercado de esa localidad bulle en su hora pico de las ocho de la
tarde. Cientos de personas transitan entre los cajones de madera repletos de
frutas y verduras. Sandías enormes, verdes, brillantes, vuelan de mano en mano
desde el carro hasta apilarse en una suerte de montaña colorida.
Sentado en la oficina de la administración, Mina cuenta: "Cuando
primero vinieron los bolivianos no había otra actividad que la agrícola.
Familias enteras llegaron y algunas ni se volvieron, hicieron su vida aquí.
Estas familias cuando llegaron la pasaron mal, dependían de un patrón que antes
solía ser portugués o italiano y la mercadería se mandaba a los mercados, eran
consignatarios. Fueron pasando los años, se avivaron, uno empezó a ir a vender
él mismo al mercado, otro lo veía y hacía lo mismo y así fue creciendo, y
fueron naciendo los mercados propios".
El mercado frutihorticola en
Escobar está abierto toda la noche Fuente:
LA NACION - Crédito: Maria Amasanti
Trabajadores
"El boliviano es un pueblo muy trabajador, muy robusto, muy fuerte,
muy emprendedor. Desde su formación muchos de ellos tienen inculcado el chip
del trabajo. Posiblemente la gente que antes se dedicaba a la agricultura se ha
cansado y dejaron a la colectividad boliviana que lo haga. Es un trabajo
sacrificado y el boliviano lo ha sabido hacer con tesón", dice Edwin
Álvarez, de la Asociación folclórica, artística y cultural del Barrio San
Martin, conocido como Barrío Charrúa, ubicado en el límite entre Nueva Pompeya
y Villa Soldati.
Este barrio, donde viven familias de varias nacionalidades pero los
bolivianos son mayoría, fue el centro de la comunidad hace tres o cuatro
décadas, y allí fue que se realizó por primera vez y se realiza todavía la
fiesta de la Virgen de Copacabana, la más importante.
"La colectividad boliviana se va agrupando en busca de un grupo que
sienta y viva lo mismo. El sentimiento es distinto estando afuera del país, hay
una necesidad de compartir cosas que a uno le brotan internamente", cuenta
Álvarez.
"Muchos de nuestros padres tuvieron vergüenza sobre nuestros
orígenes. Para protegerse de la xenofobia los primero migrantes tuvieron
necesidad de ocultar ciertas cosas. Gente que prefería decir que eran jujeños a
decir que eran bolivianos. Han sido muy maltratados porque el color de su piel
generaba un rechazo y su forma de hablar también", lamenta.
Es habitual que todos los miembros de una familia
de cultivadores colaboran con el trabajo, incluyendo los niños Fuente: LA NACION - Crédito: Maria Amasanti
Ama Sua, ama Llulla, ama Quella eran las tres leyes fundamentales del Imperio Incaico. "No
seas ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso" son los preceptos que
niños y niñas bolivianos escuchan al crecer, de sus padres y en la escuela.
A pesar de que la producción frutihortícola es la actividad por
excelencia de esta colectividad, el aporte de la comunidad boliviana también se
ve en el mercado textil, en la construcción, en el comercio y en el trabajo
doméstico del país. Incluso una nueva oleada de inmigrantes profesionales
pobló, por ejemplo, los hospitales y clínicas, de médicos bolivianos.
"Las últimas corrientes migratorias tienen que ver con que
Argentina -y esto es valorable- ha abierto las puertas a profesionales que
vienen a especializarse. Desde los 90 más o menos hay muchos profesionales
trabajando", dice Álvarez.
Norma Andia, presidente de la Federación de Asociaciones Civiles
Bolivianas, reflexiona: "¿Quién no tiene un boliviano trabajando en su
casa? Como carpintero, electricista, mucama, ¿quién no tiene una verdulería en
la esquina con un boliviano?. Damos un servicio, un trabajo".
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