A partir de la globalización
de los alimentos, accedemos a productos originados en diversos y muy lejanos
países, por ejemplo, en una simple ensalada de frutas hay bananas del Indico;
duraznos, manzanas y melones de oriente, frutillas americanas, uvas europeas y
kiwi chino pero mejorado profundamente en Nueva Zelanda, todo rociado con jugo
de naranjas chinas. En una ensalada de hortalizas conviven el tomate de
América, la lechuga de la India, cebolla de Asia Central, rúcula europea. Casi
todos estos cultivos son producidos en nuestro país, salvo las bananas, y
varios de ellos además son exportados a otros destinos.
Sin embargo,
desde el punto de vista nutricional la situación nacional es preocupante, muy
lejos de lo recomendado por las instituciones internacionales y nacionales
especializadas en nutrición. Los 400 gr diarios o las 5 porciones de frutas y
hortalizas recomendadas están muy alejadas de las dietas reales en Argentina.
Según los trabajos que hicimos con Sergio Britos, su equipo y algunos con colegas
de la Universidad Austral, para llegar a satisfacer las necesidades debería
duplicarse la actual producción, sin exportar nada. Es decir que a diferencia
de otros grupos alimentarios producimos solo para 20 millones de personas. Los
dichos de que lo hacemos para 400 millones es solo en términos de calorías de
productos que además mayoritariamente son forrajes usados para producir
alimentos balanceados.
La producción
hortícola es generalmente periurbana en la mayoría de las especies,
especialmente las más perecederas como las hojas y una parte de los frutos bajo
invernadero como los tomates, pimientos, berenjenas y otros. Estos últimos
fuera de estación se originan en núcleos de invernaderos ubicados en Corrientes
o Salta. Hay también productores monoproducto como choclo en diversas
localidades, o espárragos en Cuyo o papa/cebolla/zapallos o ajos en varias
provincias.
Hoy las
producciones periurbanas se generan en establecimientos de poca escala, con
bajo nivel tecnológico, con tierra generalmente bajo alquiler, bajo acceso a
asesoramiento profesional, desorganización comercia y con mucha informalidad en
todo sentido.
En un trabajo
realizado con Andrés Grassi y Claudio González caracterizamos la demanda actual
y futura de los 40 municipios que constituyen el Área Metropolitana de Buenos
Aires, el AMBA, donde viven 15 millones de habitantes, el 37 % de la población
total argentina, se genera el 50% del PBI y tienen 2,8 millones de alumnos en
escuelas de todos los niveles. Allí hay espacio grande para crecer si se hace
un trabajo coordinado de Ordenamiento Territorial, especialmente en los grandes
manchones aún verdes de Campo de Mayo, Ezeiza o en torno de la continuación de
la autopista del Camino del Buen Aires, hoy en plena construcción.
Se puede trabajar sobre la
base de los productores actuales, tienen cultura del trabajo, pero generando un
gran esfuerzo de asesoramiento productivo y ordenamiento comercial, también si
se facilitan inversiones para la horticultura de alta productividad como la
hidropónica y si se generan espacios para el uso turístico, por ejemplo,
viñedos o piscicultura de pesque y pague en las cavas y socavones existentes.
Matriz productiva, servicios, trabajo, desarrollo conectados con la salud.
Hay políticas
públicas como Horticultura 2020 de la pcia de Buenos Aires y algunas
iniciativas nacionales, que buscan modificar esta situación que deben apoyarse
y crecer.
Con una mirada
amplia podríamos generar políticas de estado donde puedan combinarse las
necesidades de salud, mejora nutricional, educativa, social y productiva que a
partir de la promoción del consumo frutihortícola, desde el comedor escolar, se
una a un fuerte apoyo a los productores dándoles asistencia técnica y
comercial, generando los mecanismos que faciliten a los administradores
de espacios institucionales como escuelas, hospitales o comedores la
posibilidad de compras a los productores cercanos a los mismos. Mejorando así
la salud, el ambiente y a los productores pymes.
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